sábado, 26 de enero de 2013

Mensaje. Capítulo~1-5

Hola~
Ahora venía a dejar este corto fic que escribí hace mucho por lo cual la narración es un poco diferente a la de antes, pero igual, espero que os guste mucho :))
Titulo: Mensaje. 
Categoría: Slash.
Autor: hina_serenity
Pareja: Georg Listin-Tom Kaulitz.
Rating: Rated: M
Género: Drama, romance.
Capítulo:5
Finalizado: No
Banner hecho por mí.


-I-

«Hola, me llamo Tom, soy un chico guapo y activo, tengo 22 años; ando en busca de algún chico pasivo y lindo que quiera alguna relación de vacilar…Mi número… » El mensaje revotando en esta emisora de televisión para, sabría Dios, cuántos televidentes, le hacía arrepentirse y ver que era más idiota de lo que ya tenía bastante entendido.
Sólo deseaba actuar a fuerza bruta, quebrándose la cabeza hasta hacerla padecer una hemorragia severa, y de este modo desaparecer su estúpida y misérrima existencia, sin que alguien, seguramente, se diera cuenta.

¿Por qué había hecho semejante idiotez de enviar mensajes, sólo porque en la pantalla dictaba: Envía tus mensajes al número tal y tal?

Ahora no podía dejar de reiterarse en la cabeza que era un gilipollas de primera. ¿Cómo haría cuando escuchara a muchas personas llamándole al teléfono, sin al menos, él estar sabiente de quién se trataba?

Sólo le quedaba el único y más pobre consuelo: encontrarle a todo el asunto implicado algún lado positivo-como en las películas pasa-; cosa que le sería sumamente difícil cuando nunca en su vida había podido actuar de manera pacífica, sino hasta ahora que la situación lo ameritaba.



Y es que no pensó antes de actuar, puesto que al principio le pareció una broma, que sin pies ni cabeza, nunca la creyó tan peligrosa y “mortal”.

La broma más insulsa esa noche de fiesta junto a Gustav y su gemelo menor, Bill, dio comienzo. Todo había resultado cómo ellos dos habían querido, que él consiguiera pareja por algún medio, y cuando se refería a algún medio, se refería a cualquiera; aunque lo que él no supiera es que de la manera más ridícula.

Fue casi abrumador  aquel mes, a base de quejas, cortesía de su hermano por ser tan niñato y no conseguir pareja estable, o, al menos alguien que le acompañase ya a estas alturas, para prever algo más en su fututo; que reclamos de su madre porque ya era un adulto y no se le veía algún indicio en intereses sobre bodas o algo así, ni siquiera dejando entrever importancia en el caso; que el trabajo ni siquiera le dejaba respirar y, si no fuera porque de eso sobrevivía, ni siquiera valdría la pena semejante ímpetu de su jefe contra él; y los pagos mensuales, sumamente costosos, de su departamento así como de aquellos lujosos sillones que decoraban su espaciosa y un poco vacía sala, no se quedaban atrás, no, claro que no, ahí estaba todo eso, como por obra de Dios, cada día dándole más dolor de cabeza.


 Y como la noche era joven, había que aprovecharla con sabia destreza, divirtiéndose y embriagándose hasta que ya no pudiera más, y quedar extendido a lo largo del piso de ese pub. Aunque, no de esa manera tan exagerada, pues Tom no era tan sinvergüenza para superar tal límite, aunque no vituperable; pero algo que tomar y alguien a quien ligara, para nada mal que le vendría, ¿no?

Y ahí lo tenía Tom. El pub abarrotado de gente de todo tipo, quienes alzaban la voz por encima del estruendo, con música prendida que te haría mover a mucho volumen, y cada cosa que anteriormente se dijo. Luces fosforescentes pendiendo en la zona del lugar, apagándose y encendiéndose simultáneamente le daban otro toque a la sala, y gente alegre por la diversión que otorgaba el lugar, estaba a punto de cometer locuras.

─Y salud…Porque mi hermano encuentre a alguien de bien en lo que resta de su vida, eso esperamos. ─Varios choques de copas resonaron, haciendo despertar a Tom de su ensueño─. Tom, vamos, brinda…

Y así lo hizo Tom, dio un conciso brindis por su esperado futuro lleno de  felicidades y alegrías que, sin atisbar, pero ni por asomo se le hacían realidad en su mente. Y, estúpidas predicciones suyas o no, poco le importaba, él sólo deseaba la tranquilidad reinar a lo largo de su vida; y tener una esposa junto a un primogénito con ella, no significaba sinónimo de palabra “paz”, sino el contrario, así que se atenía a decir a todo lo que su familia sentenciara con un “sí”, exánime. De todos modos, él nunca cumplía los pedidos de éstos.

No pasó más de una hora en la que él ya llevaba su quinta cerveza y unos cuantos cigarrillos, cuando su hermano ya iba acompañado de Gustav, fuera del pub, rodeándose mutuamente y lanzando risotadas cómplices poco de su agrado. Sólo hizo una mueca y ni siquiera los vio despedirse de él, tan sólo yéndose así sin más.

No lo tenía tan claro, pero aquella relación de supuestos amigos, algo más se traía entre manos. Él no sabía, y también no guardaba mucho interés, pero… ¡Cómo jodidos él no se daba cuenta que su hermano y su, casi mejor amigo, fueran novios!

Deshizo toda insignificante idea, maldiciéndolos ahora por haber tenido aquellos, el atrevimiento de dejarle tirado en ese enorme lugar. Tom no era un crío caprichoso, pero tampoco había llegado allí para ser abandonado, cuando a lo mejor pudo haberse quedado viendo algún programa de televisión, encerrado en su casa y bebiendo algo más económico que brebajes alcohólicos.

No le tocó de otras que largarse a zancadas. Para su mala  o buena suerte, en cuanto se encargaba de bajar del asiento que ocupaba, una mujer de cabellera obscura y lacia, unas curvas exageradamente voluptuosas meciéndose como ondas,  y un cilindrín en mano, se le acercaba con un rostro insinuante.

─Hola, guapo ─le saludó, de una forma tan insinuante que Tom tuvo que retroceder para no sentirse acechado; era extraño, pero esa había sido su  inicial sensación. Sólo el pensamiento de conseguir pareja acudió a su cabeza en ese tris. «No seas idiota, Tom, tienes las cualidades para conseguir a alguien en tu vida», Tom agitó la cabeza, tratando de despedir ese pensamiento.

Dio un saludo de cabeza a medias que parecía descortés, y se apartó un poco, tratando de aparentar desentendimiento y desorientación, lo cual a final de unos minutos bien contados le resultó perfecto, ya que la mujer se alejó con una mueca que lo decía todo, sin dejar de contornearse.

A Tom le importó un pito. No supo por qué durante largo tiempo, empero, aquella mujer no había removido, ni aunque fuera una mínima hormona sexual que le condujera a obtener algo más de ella, ni siquiera la sensación electrizante a pesar de aquellas caderas y ese culo de tal medida.

Condujo hasta su casa, con cigarrillo en mano, y sólo un poco de música clásica en la radio, que le tranquilizaba  al oír y le hacía perder el hilo del tiempo, refrescándolo de cuerpo completo.

Ni bien había puesto un pie dentro de su apartamento, que ya estaba apoltronado sobre su sofá, el cual se dijo a sí mismo que al fin tuvo utilidad alguna. Era tan cómodo, al punto que tuvo la intención de quedarse sobre él, para dormir plácidamente, hasta que recordó que tenía trabajo pendiente en el escritorio y no quería dejar nada almacenado.

Y el día siguiente fue igual, a diferencia que esta vez, un poco más nutrido de reflexiones que no dejaban de vagar por su cabeza como si fueran animalillos desquiciantes y sin reparo.

Al llegar, vio su escritorio otra vez, acompañado de una buena suministración de trabajo extra y una taza de café con humo sobresaliente, que le hizo deformar su rostro a uno de desquicio y, cierto asco. Y por ello mismo, nada lo dirigió a esto, sino al programa de música que era transmitido a esas horas de la noche. Siempre veía los fines de semana, nunca el viernes ni ningún otro día de sema.

Se dio la oportunidad de ver un poco, ya que se encontraba bastante cansado, hasta que pasados unos minutos se dio cuenta de lo que abajo decía: «Envía tus mensajes al…», Tom no le hizo mucho caso a lo que seguía de la frase, pero de inmediato supo de qué se trataba el asunto. Entonces ni siquiera dudó dos segundos en lo que tenía planeado, y una sonrisa se formó de oreja a oreja. Tomó su celular, rezagado junto a unos papeles de trabajo, y uno de sus dedos arremetió contra la primera tecla que aquella cifra indicaba.

Nada, ni siquiera un lado de decisión, ni sentido común, le hizo cambiar de opinión al enviar el mensaje. Era seguro que a esas horas el cerebro ya no tenía buen funcionamiento y no maquinaba las cosas con exactitud.

***

─Ah, ah, los dulces son míos ─fue lo primero que farfulló su hermano, inmediatamente él había llegado de visita a su pequeña casa luego de no verse por varios días─, en definitiva, los dulces son míos.

Tom asintió sin rechistar, sólo susurrando por lo bajo que su hermano era tan infantil como un niño de cinco años, mientras se acomodaba mejor la gorra. 

─Claro, claro, son tuyos ─dijo, sin oponerse, tendiendo el cubo completo frente a él─. ¿Cuáles quieres?

─Pues todos, menso.

─Vale, pero no jodas más…─aclaró Tom─. He venido de visita y tú cómo me recibes.

Bill rió entre dientes, para agregar:

─Oh lo siento, es que no pude evitar la tentación a las gomitas y demás.

Tom sólo atinó a gruñir y apretujar las manos en puños bien cerrados. A continuación se arrancó el suéter azul que llevaba puesto, y lo tiró al lado de Bill, donde casi cayó en la cabeza de éste, quien se quejó por el desplante de su hermano.

─No jodas, Tom.

El rubicundo se atrevió  a dar una risita socarrona.

─¿Y bien? ¿Viniste ahora por…?─La duda quedó formada en los labios del menor, que esperaba respuesta rápida.

─Por…─Tom guardó silencio, entre pensativo y dudoso durante unos minutos─. ¿Qué acaso me dirás que ya no puedo visitarte? ─exclamó, alterado ahora.

Fue notorio el cabreo en el mirar de Tom, por lo que Bill se aclaró la garganta brevemente con unos carraspeos casi inútiles, negando reiteradas veces con la cabeza.

─Claro que no, sólo era una pregunta, tontito. ─Bill se acomodó en su puesto, reafirmándose, y curvando una sonrisa, burlona.

Tom pasó por alto su respuesta y se sentó junto a él en el sillón, observando el enorme apartamento de su hermano.

─Muy bonito tu “hogar”─ironizó Tom, cuando se dio cuenta detalladamente que había desorden a cada rincón que su mirada se dirigía, como si el lugar nunca hubiera sido ordenado en largos siglos, de hecho, unas telas de araña colgaban por doquier─. Muy lindo…─Esta vez sonrió con sorna.

─No hay necesidad que mientas, Tom. ─Bill utilizó un tono de voz serio y agrio, agitando la mano en el aire, tomando sus dulces y comiéndolos en un bocado─. Sólo pregunta qué quieres, y ya.
 
El moreno se levantó del puesto donde dejó el asiento hundido por su peso, y fue a la cocina velozmente, siendo seguido por Tom, que no encontraba el momento oportuno para dirigirle la palabra de manera seria y bien redactada, de modo que fuera lo suficientemente convincente y para nada irrisorio.

No obstante, al final Tom había sido pillado, sin ninguna dificultad. Y no supo por qué, pero de repente un sonrojo se había instalado en sus mejillas, sintiendo cómo el ardor ascendía por entre ellas.

─No estoy mintiendo, sólo digo la verdad. Está bonito…

El menor frunció el ceño no muy convencido de las palabras de su hermano y, sin embargo, sólo suspiró largamente y  negó con la cabeza, suprimiendo una risilla, no le agradaba que su hermano le mintiera para obtener algo, que seguramente le enojaría cuando se lo platicase.

─En serio, no hay necesidad de mentiras.

Entre asentimiento, Tom admitió su mentira, e inmediatamente cedió a contarle con deliberada lentitud lo que le sucedía y por esa razón le visitaba tan de súbito y sin dar anuncios anticipadamente.

Bill abría los ojos mediante escuchaba otra palabra más emergida de esos labios, sorprendido ante lo que él le decía, pensando que su hermano había actuado estúpidamente esta vez, o mejor dicho, otra vez como las tantas que ya habían pasado. Cada palabra le hacía ponerse más dramático que segundos atrás; por esta razón Tom se decía a sí mismo callar anteriormente, o de lo contrario tendría una enorme y severa regañina de la cual aún no estaba preparado en ninguno de los sentidos.

─¿Pero qué jodidos te sucede?─exclamó, los ojos saliéndose de sus órbitas por un momento y escupiendo saliva por el tono de voz que usaba─, ¿por qué no le hiciste caso, eh? Era una tía, ¿qué más querías, joder?─quiso saber ahora, propinándole un pequeño golpe en la cabeza, como quien dice “ERES UN IDIOTA”, y se lo rotulara en la cara con un plumón indeleble.

─No sé qué decir, Bill; pero ella no parecía de mi estilo, ni siquiera para un polvo.

Por un momento, Tom se alivió de ver que su hermano incrédulo, sólo alzaba una ceja, pero luego apostó a que éste se mesaba cada cabello impetuosamente, dando unos cuantos gruñidos.

─Es ese el punto, Tom. Los polvos, son sólo polvos, nada más ─hizo énfasis en lo dicho─. No tiene por qué agradarte la tipa o algo por el estilo, de todos modos, por eso está el dicho: “Ayer te conocí, hoy ya no”. ─Tom interrumpió en medio de su casi monólogo, intentado  corregir a su hermano que muy equivocado estaba en sus palabras como en el dicho pronunciado, pero antes que el de rastas pudiera agregar algo, Bill lo hizo─: ¿Y qué importa si el dicho es así o no? Sólo recuerda que nunca hiciste compromisos ni eso, Tom. ¡Ay, por eso es que uno tiene la cabeza, la cabeza...! ─Antes de apuntar al cráneo de Tom, se toqueteó el suyo para luego hacer igual con el de él, quien se encogió un poco apabullado.

─Espera, antes que sigas reclamando algo que no sabes, quiero que escuches. ─Tom gruñó, alzando sus manos, en gesto de enojo, indispuesto a suavizarse─. Sólo, escucha ─pidió nuevamente al ver cómo su hermano separaba los labios para dar otras de sus réplicas frustrantes.

─Sí, sí, ¿qué tienes para decirme, eh?

─¿Ves aquel programa de televisión que veo yo por las noches casi todos los fines de semana? ─preguntó antes que nada, únicamente haciendo que su hermano formara su rostro en duda, preguntándose qué tenía que ver una cosa con la otra. Suspiró cuando vio a Bill asentir─. Y dirás, qué tiene que ver esto con lo otro, claro, sin duda. Sólo escucha. ─Él asintió otra vez, exacerbado de paciencia─. Ahora bien, ¿has visto la barra que dice que envíes tus mensajes a un número que por el momento no recuerdo?

─Sí, sí, Tom. Pero no te comprendo, en serio, ¿qué tiene que ver esto y lo otro? Es decir, explícame, por favor.

─Vale, pero espera…─Hurgó en sus pantaloncillos y sacó de ahí su preciado celular, el cual le tendió a Bill, y éste lo observó durante unos minutos hasta que lo tomó, sin entender aún de qué iba su hermano.

De pronto, el grito contenido de Bill fue lo único que retumbó en los oídos de Tom. No podía creer lo que sus ojos leían, presenciaban.

─¿Cómo jodidos…Tom…Cómo? Eres un puto que sabe mucho de ligues, ¿eh? Ya te pille, Tomi. ─Le señaló con un dedo coqueto y bailarín, contrastando con las risas que expulsaba.

El mencionado dejó escapar una risilla graciosa, encogiéndose de hombros y agachando la cabeza, a la vez que se la rascaba la misma, pensando que se sentía orgulloso de sí mismo. No era aquel orgullo común, no, pertenecía a uno esporádico, uno que era extraño, y aun así le agradaba.

─Yo sólo envié el mensaje, y nunca creí que fuera así. ¿No crees que esté mal esto?

─Bueno, de eso no sabría decirte, sólo que no debes confiarte tanto, limítate a mirar qué tal. Tengan una cita, y entonces platican y  conocen más de ambos…─Dándose cuenta que era estúpido dejar claras tantas cosas, haciéndose el romántico cuando tomaba la mano derecha de su hermano para entregarle caricias y apoyo, resumió con simpleza─: Bueno, tú sabes a lo que me refiero, a toda esa cosa…Ya sabes…Ya sabes…

─Ja, ja…Ahora sólo te queda admitir que soy un chico muy listo en el tema. ¿A qué no te lo esperabas?

Él negó con la cabeza, graciosamente.

─No, realmente no lo esperaba déjame decirte, querido hermanito.


***
Pasadas las ocho, un plato lleno de palomitas de maíz que había sido devorando en un dos por tres, junto a una estúpida película de comedia hollywoodense y soledad no le había venido tan mal después de todo. Pero él no quería eso, lo sabía. Él deseaba otra cosa. Se sentía ansioso, y su cuerpo le decía moverse por fuerza propia, al igual que su mente no le permitía pensar con claridad, ya que las ideas constantes se agolpaban la una con la otra en su seso cansado.

Estirando sus extremidades encogidas a causa de la posición que tuvo durante todo el transcurso de la película, y alzándose entre bostezos, puso los pies sobre el gélido piso de cerámica, teniendo escalofríos gracias a esto.

Desganado, fue a la cocina, de donde sacó un bote de leche el cual se tomó en dos largos tragos sin reparo, quedando embarrado de la sustancia blancuzca la que creaba un bigote sobre de sus labios antes rojizos.

El sonido que tuvo lugar a continuación le hizo dar un feroz salto a Tom, el cual le dejó con los vellos erizados y el corazón latiendo a mil por hora. Se refugió entre sus brazos, diciéndose a sí mismo que no era nada más que su estúpido celular sonando a unas horas poco frecuentadas para hacer llamadas.

Tomó el aparato de última moda que zumbaba sin cesar entre ambas manos, y eso bastó para que los ojos se torcieran del susto dado. Sólo ensanchó la mirada luego, y empezó a cavilar si era correcto salir a estas horas o no.

Condujo al restaurante donde sería su encuentro, en cuando se hubo puesto como un galán, aseándose de ropa limpia y esparciendo perfume por las áreas erógenas y su camiseta extra-grande; se había vuelto una completa masa de nervios encontrados, y esto era sólo el principio de algo que ni siquiera comenzaba. No tardó mucho tiempo en llegar y bajando, entró fácilmente y sin mucho tránsito al restaurante, en el cual ya era bastante conocido, prácticamente cliente especial por asistir casi siempre.

Tom respiró entrecortadamente, arreglándose la camiseta que se le había hecho de lado, y alisando sus rastas un poco, para luego avanzar a una mesa que se hallaba a cincos pasos de él. Se sentó en ella, viendo hacia todas las direcciones posibles, a su paso mirando a gente de todos los estilos.

«¿Cómo, cómo, cómo será,  él, si ni siquiera se presenta», se preguntó a sí mismo, con decepción, pero la imperiosa ansiedad otra vez.

No podía tratarse de aquel hombre de barba gigante que, por un momento sospechó de él, con tantas miradas que le enviaba, porque el chico del teléfono se describió a sí mismo, y nunca mencionó una barba ni nada similar. Así que la idea que ese hombre fuese su cita sorpresa, quedó descartada al instante y sin darle más vueltas. Sólo siguió tratando de evadir su escrutinio.

Nada de esto lo dejaba pensar con claridad, ennegreciendo sus sentidos. Aunque, en su caso, era bastante comprensible, porque nunca había tenido una cita así. Se sentía nervioso y angustiado, un poco abatido sin exagerar las cosas.

Empezó a respirar a bocanadas al ver que no había ni rastro del chico. Sólo le había logrado decir que su cabello era lacio y castaño, unos ojos verdes, y de tamaño normal su estatura, para ser sinceros. Con esas cualidades, tal vez a Tom le sería fácil ubicarlo, pero al parecer nada indicaba esto, pues le estaba siendo más que difícil visualizar a un chico con dichas cualidades, sólo podía imaginarlo en su mente, dejándolo con ganas de saber más.

Desde un principio él le inspiró mucha, mucha curiosidad; su voz, su forma de hacer sonar ésta, incluso, su respiración le había dejado en las nubes. Es que el chico con sólo esas características se le hacía alguien de bien a la vista, que Tom se la pasó dibujándolo en su cabeza todas las noches de espera, e imaginándose al chico en diferentes poses y con vestimentas extravagantes. Lo más extraño del caso, era que no podía imaginar otro rostro que no fuera el mismo que ya habíase formado desde un principio en su imaginación vaga y retorcida.

Ah, además le contó sobre sus músculos, y que el día del encuentro, vestiría camiseta ajustada y de color negro, junto a una campera y un jeans con zapatos deportivos marca Nike; mientras que Tom le aseguró ir de ropa holgada y blanca, con una gorra y sus impecables trenzas obscuras.
¡Qué ansiedad!

A la chica mesera que iba pasando, la detuvo tomando su brazo suavemente, para pedirle algo de beber. Estaba aburriéndose de estar postrado como si nada, sin ver que él llegase. La chica asintió sonriente, sabiendo que Tom siempre bebía un café bastante espeso y sin mucha azúcar. Al poco rato ya regresaba con pedido en mano, sin dejar de lado la misma sonrisa invitadora y coqueta. Tom sólo le agradeció, pasándola por alto.

 «O…O quizá me ha dejado plantado, es lo más probable….No, no; soy un idiota, joder»
Inhalando y exhalando, Tom se dio cuenta que estaba actuando demasiado apresurado, vagando por un torbellino de pensamiento retardados y con poco sentido, debía darle tiempo al chico, y claro, nada más. ¿Qué tanto le costaba esperar unos segundos?  Pero nunca dejo de ser así, Tom siempre  tuvo escaza o bien, nada de paciencia.

De pronto, el retintín chillante  de la campana que anuncia que alguien entra, le dijo de inmediato que una persona ingresaba a Tom, quien alzó la cabeza, y vio a un chico entrar, encapuchado y sosteniendo nada más que unas llaves sobre su mano derecha «¡Quién es ese loco!».Y en el mismo instante que esto pensaba el trenzado, aquel ser de comportar raro, se acercó a él, caminando lento y quitando su capucha poco a poco.

Tom abrió los ojos y haciéndose el que no entiende, tomó su taza de café para sorber el contenido, casualmente. Luego desenrolló el diario que el restaurante dejaba a un lado para cada cliente, y lo abrió, “leyendo” de él, viéndole por encima de estas cosas.

─Hola. ─Una ronca, pero a su vez, linda voz, le saludó con aparente disimulo, casi logrando propinarle un susto─. ¿Puedo sentarme?

Tom pudo escuchar el sonido cuando esta persona tomaba puesto delante de él al ver su asentimiento. Bajó el diario y se le quedó viendo al chico de al frente.

─Hola…─saludó, tímidamente, su mueca indescriptible─. ¿Eres Georg Listing…?─ Esta vez inquirió, alargando cada palabra más de lo debido.

─Sí, sí, tú Tom Kaulitz, ¿cierto?

Sin más preámbulos de por medio, Tom dibujó una sonrisa en su rostro, y dijo:

─Mucho gusto, Georg…─Tom no dejaba de pensar que el de cabellos largos castaños, era el chico más guapo y amable que en su vida había conocido. Fue inevitable no dejar de decirse a sí mismo,  que primeramente, esperaba que no se tratase de un demente, como aquel novio de hace años que tuvo. Pero Tom no halló razón, sólo supo que este ser que tenía adelante, era alguien totalmente inusual.

─Oh, de igual manera digo lo mismo. ─Georg le tendió la mano, sonriendo aun más, y el de trenzas agarró la extremidad, sintiendo su suavidad y calidez que desprendía.

─Uhmm, bueno, antes que nada, ¿qué deseas comer? ─Tom sacó su billetera del bolso trasero en menos de lo que parpadeaba y buscó algo en ella, aparte del dinero. 

El chico llevó una mano a sus delgados labios, tapándolos en gesto dramático. Sin poder omitir aquella sensación, Tom seguía bastante nervioso.

─¿Me estás invitando?

─Claro, ¿por qué no?

─Es que, no te hubieras molestado…Yo puedo, aunque gracias. ─Tom juró ver que un tierno sonrojo guarnecía con ternura las mejillas de su acompañante, quien movía sus manos, sobre todo cuando él le sonrió más ceñida y notoriamente.

─No te preocupes ─aseguró sin abandonar esa sonrisa que ya tan apetitosa se le empezaba a convertir a Georg─. Y aquí está… ¡Listo! ─Por la alegría en el rostro picaresco de Tom, supo que algo bueno sucedía, sobre todo por su tono, y cuando vio cómo ponía unos pequeños papeles sobre la mesa, concretó que sí, algo agradable le pasaba─. Puedes también elegir un postre, desde un helado, hasta una porción de pastel.

Georg se perdió en las palabras del chico que al frente tenía, sonrojándose a más no poder. ─Gracias, Tom.

─No te preocupes. ─Curvó una sonrisa de oreja a oreja─. Sólo elige, sin preocupación.

Ahora que Tom conocía por fin a su cita secreta, no podía sentirse más feliz de lo que nunca habría experimentado. Georg era tan apuesto y pasivo, que esto más bien parecía una estúpida película de romance, lo peor, de aquellas a las que tanto huía a la hora de ver, ya que eran tan aburrido verlas, pero no vivirlas. No.


Continuará...

Espero que les haya gustado la primera parte <3 

2 comentarios:

  1. Hola :D
    Porque no la sigues? Me ha encantado!! Son tan tiernos *-* hahahaha bueno ekstare al pendiente del nuevo capitulo ;)
    Cuidate mucho. Besos y abrazos
    Hasta pronto :D

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    1. Hola c: Awww, no sabía que había alguien leyéndome.
      No había visto tu comentario, pero te aseguro que seguiré, me he descuidado un poco con todo esto por los estudios.
      Agradezco que te parezcan tiernos, ese toque intentaba darle y me alegra haberlo logrado.
      Nos vemos luego. Mañana o el miércoles tal vez suba.
      Un besitos y un saludo, Dani <3

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