Categoría: Slash.
Autor: hina_serenity
Pareja: Bushido/Bill Kaulitz.
Rating: Rated: M
Género: Drama, romance.
Capítulo: 1.
Finalizado: Sí.
Palabras: 1,936
Resumen: El gran Bushido que conoció en un antaño muy lejano a su nuevo y renovado "yo", fuera de su casa luego de haber cometido un delito, pidiéndole redención como si fuese el muchacho que casi había muerto debido a los brutales golpes que le adjudicaban.
Tras los años…
«…sabía que sentía algo por él.»
Capítulo único.
Aquella idea le
aterrorizaba.
Un suspiro emergió
de sus labios carmín entre la vasta oscuridad.
Su conciencia, todo
él se encontraba sumido en una verdadera tragedia mental. A consecuencia, mente
repleta de ideas sin sentido ni dirección y uñas hechas pedazos de su manicura
muy perfectamente elaborada, anteriormente.
Un dolor de cabeza,
adicionado de un revoloteo incesante en el bajo vientre le inundaba y le
embotaba el sistema. Así había sido desde el día de ayer, por la tarde y cuando
las tinieblas se adueñaban de las callejuelas del pueblo.
No se culpaba. Sabía
que todo se debía al tiempo que le parecía tan lejano, y parecía que hubiera
sucedido hace años. Cinco…o seis años
atrás (le costaba calcular), las cosas vividas radicaban de las que ahora se apoderaban de su
nuevo y renovado “yo”.
«El tiempo no cura
heridas», hesitó sin dudar de su resolución.
A su lado y sobre
una mesa de madera decorada, reposaba una taza de té la cual tomó entre sus
trémulas manos y la llevó a sus labios que daban tirones crueles, cosa que solo
había logrado que tres o cuatro veces se mordiese el interior de las mejillas.
Se maldijo con
reiteración y sin compasión. Oh jodida vida la que le acechaba.
No podía evitar
mortificarse. Ya no luego de aquello.
Y se había recalcado
que no quería saber nada de su hombre nunca más, sin embargo y en contra de
todo pronóstico, este deseo tan de él, tan suyo, no había sido acatado por
cualquier dios que estuviese escuchando sus rezos. Nuevamente las
punzadas en su cabeza y estómago se intensificaron con rabia y dejando hecho
jirones todo en su interior, como si le halaran.
Le repelía el
teléfono a un lado de su bolso que se había resbalado hasta quedar soterrado en
un mar de cobijas, almohadas e íntimas cosas.
Le aterraba
porque tras de este se ocultaba un millón de llamadas, una seguida de otra, con
mensajes repletos de palabras que no sabría cualificar para este tiempo, luego
de haberse enterado que el autor de esto había pasado en la cárcel
durante unos años por cometer un delito que desconocía más o menos. Todavía no
lo tenía bien asimilado, más bien.
Tanto tiempo sin
tocar ni ver su varonil rostro sin afeitar, ni tocar su morenazo y
surcado cuerpo de músculos, ni escuchar sus escasas sonrisas que le regalaba de
cuando en cuando, ni sus exiguos cariños y arrumacos, ni sus escapadas furtivas
tras bambalinas, ni su…Nada. Nada. Y se perdió en su revuelta de pensares y
remembranzas, gravitando en su mente como si no hubiese nada mejor que hacer,
como si todo girase en torno a él y a nadie más, como si volviera a renacer y
ese ser estuviese marcando su vida con una cuenta cero.
¡Qué agonía!
«El tiempo lo jode
más.»
Cuando, un día
cercano a este (en el que sufría de manera violenta y sublime), le llegó una
misiva, extrañamente permitiendo entrever que había sido escrita con
pulsaciones ya que los garabatos que se deslizaban de arriba abajo lo decían
todo. No podía olvidar cómo la había sostenido entre sus manos, después
de que un tipo del que hasta la fecha no tenía ni idea de quién era, se
la había entregado.
El susto y una
revolución intrínseca le sobrevinieron. Advirtió que no había señal de calma en
la carta, además de poseer unos cuantos fallos de ortografía al igual que
borrones por algunas partes.
Fuera y en la
lejanía, ni siquiera el espantoso barullo de los niños correteando con
semejante ulular de la gente bajo un espeso ambiente de calor, muselina de
arena, soplar del viento como susurros, ni otro motivo de cualquier índole
podría controlar su paradójico pensar. El llamado seguía en espera, sin recibir
respuesta alguna (porque no pensaba hacerlo). Y se preguntaba cómo había sido
posible que esa persona hubiese conseguido su número telefónico y una tanda de
datos pertenecientes a él, pero no llegaba a ninguna explicación lógica cuando
hacía breves análisis.
Solo tenía entendido
(según los mensajes que le había enviado hacía un mes) que no deseaba otra cosa
que no fuera ver su presencia, sentirlo tangible y percibir cómo el cantar de
su hermosa voz corretease hasta su sentido auditivo.
Eso era todo. No
pedía más.
Y eso le dejaba en
duda. Él nunca había sido esa especie de personas.
¿Por qué hasta
ahora? ¿Por qué tras los años...?
—Entiendo que tus
padres no nos quieras juntos, y yo ya no quiero ser el causante de tus
problemas—le había dicho en antaño, sin ni una expresión en el rostro y en una
postura inerte cual si sus palabras no tuviesen rumbo ni significado—.No hay
nada que hacer o decir. Tú por tu lado y yo por el mío.
—¡Pero qué importan
los demás! ¿Acaso solo por eso terminará todo?—Su faz de porcelana inundada de
lamentos y sollozos fúnebres, vacío de esperanzas.
Lo que más le había
dolido, era haber visto un semblante totalmente duro y frívolo con una nula
respuesta proveniente de sus labios, tal como siempre resolvía, sin hacer nada
y solo finiquitar que las cosas acababan en cierto instante cuando a él se le pegase
la regalada gana.
Sin embargo, pasados
los años, algo en él se había recuperado, y cada pieza rota se había
reestructurado por sí misma y con ayuda de sus seres más allegados. El tiempo
le había robado sus viejos e inapetentes recuerdos, justo como un céfiro
arrastra tus posesiones (más odiadas y apreciadas a la vez) paulatinamente
hasta dejar exiguos vestigios de lo acaecido de un ayer sin pasajes.
En el instante en
que apenas todo era un punto y aparte, que las cosas se volvían un borrón
encima de tórrida y renovada felicidad, le daban por hecho que ese tipo que tan
ardientes pasiones pero así desgracias le traía como ramalazos a la cabeza,
había sido capturado para llevarlo a prisión, supo que algo en él habíase
vuelto a desquebrajar…y entonces fue que entendió que realmente, tras los años,
esto perduraba como una pequeña cosecha en un gélido invierno flagelado por
décadas y décadas.
Los elementos
parecían estar en contra suya y su mente le estaba jugando malas pasadas.
Él no sabía y mucho
menos tenía conocimiento verdadero de mazmorras, ni de presidiarios, ni soledad
absoluta tras las rejas, ni de comidas preparadas por salir del compromiso por
manos grasientas, ni por luchas de machos que solo iban y venían (tal como
había visto en televisión y una vez había ojeado en un cualquier libro), así
que la primera idea que se apegó a su razonamiento fue a un hombre en medio de
todas sus desgracias e indisponibilidades, en las manos perdidas de Dios.
Vacíos de esperanzas como él una vez se encontró.
No sabía si la
balanza de la justicia junto a la de Dios había actuado de una vez por todos, o
el mundo era demasiado oscuro como para enviar a una persona a semejante lugar
y zona de maleza, donde ni siquiera el más perverso hombre quisiera estar.
Los rumores le
hicieron llegar, de la manera más incorrecta, el delito del perjudicado. (El
que algún día había estado en su manto de oscuridad, penetrando con dureza y
hasta el fondo, haciéndole pedir más entre gemidos de auténtica lujuria y
frenesí).
A grandes rasgos, la
“historia” había sido relatada entre tartamudeos, palabras entrecortadas y mal
repetidas, pausas y dudas, justo como si en ese momento se la estuviese
inventando y la persona no quisiese dejar escapar ni el mínimo detalle que se
le venía a la cabeza, cogiendo ideas por doquier para transformar el hecho en
algo más interesante.
Era una Navidad
cuando se había embriagado tanto que no encontraba pero en absoluto el puesto
de la Tierra ni el suelo, como un vértigo personal y que solo un ser en su estado
era capaz de vivir. La hora del reloj se distorsionaba de su vista y la hacía
parecer un diminuto manchón en la superficie. Tampoco es que le importase.
Se fue dando tumbos
por todos lados, acompañado de unos amigos que lo cargaban a cuestas como un saco
de patatas halado a rastras, todo débil y como con una puñalada en la cara. La
mirada fija en nada por ratos, aplastados los párpados, brazos colgándole como
mantas sin vida, una pierna que le ganaba a otra, cojeando. Una miseria
personificada, sin lugar a dudas. Todo revuelto, con el vestuario simulando
harapos, y risitas locas que sacaban de quicio a cualquiera. Como nada.
Apenas no se orinaba
la desgracia andante.
Algunos decían que
no había tenido nada que ver con el pobre hombre que había sido apuñalado hasta
dejar por un momento solo sangre y lamentos, porque en los instantes que fue a
echarse una siesta en una casa ajena, las cosas dieron lugar y el rostro
deformando y desencajado del otro tipo enemigo no había tardado en salir en las
noticias de primera hora al siguiente día, aunque fuese escuetamente.
Por otro lado, los
que le atiborraban el alma de rabia, ratificaban que, en medio de la ebriedad
había acabado a golpes con el tipo y sus acompañantes.
Pero nada le decía
nada. Así de simple.
Ni siquiera guardaba
en su conciencia por qué habíase montado la riña.
Él no había
averiguado y las cosas habían quedado tal cual. De todos modos, había estado
preso en un horrible lugar que no era su casa hasta salir luego de mucho
tiempo, en cautiverio como un animal, un insecto.
Y ahora estaba allí,
pidiéndole redención como si fuese el muchacho que casi había muerto debido a
los brutales golpes.
Ya no solo de manera
irrisoria, burlesca e inofensiva en su mente, encajado en un fragmento de ella
o el pequeño cuadro de texto de un estúpido celular; o en sus llamadas perdidas
del teléfono del living; o en letras plasmadas en una página ni en súplicas por
medio de personas que no conocía y temía por aparecer de la nada; tampoco en
regalos que eran mandados de un día para otro, exclusivos para personas
especiales como él.
Sino tras los años,
dando un sinfín de toques al timbre y con una maleta reposando en su costado
derecho con sus pocos utensilios, apenas pintarrajeando una sonrisa en la
comisura de sus labios, siempre con el cabello corto y adherido a su atezada
piel, despojándole de su respiración al instante con una palabra llameando en
sus labios y todo el cuerpo convulsionándole.
Ahora solo le
quedaba averiguar unas cuantas cosas: Si Anis estaba en su zona en espera de
ayuda por recursos monetarios y Bill tenía que presagiarse sumamente afortunado
por otorgarle al menos una parte de él como siempre deseó, por “verdadero amor”
que algún día pocas veces le demostró, o si él realmente se sentía
profundamente atado a los pies del que alguna vez declaró su amo y él su
esclavo.
Esperaba que fuesen
las dos últimas.
Y no existía otra
forma para estar seguro que volver a dejarlo entrar, de una manera simbólica de
pagarle cuando Anis hizo lo mismo. Tal vez se equivocara o tal vez no, porque
ese hombre que tenía enfrente nunca rogaba. Nunca y de ninguna irreverente
forma.
Pero a pesar de
ello, se arriesgó.
—Fin—
Ha sido una historia intensa. Tengo la sensacion de que esta pareja logra eso ¿no te parece? No he leído demasiados Billshido's, pero es lo que aprecio de ellos.
ResponderEliminarEl escrito ha tenido muchas frases preciosas. No puedo ponerlas todas, porque te llenaría el comentario de ellas :D
Muchas gracias por escribir. Seguiré mirando, poco a poco, el blog.
Un beso mi niña ♥
Me ha emocionado tu comentario, Any, luego de saber que tú escribes tan lindo y yo no lea tanto sobre el género hetero pero tu forma de narras con las tramas te atraen~
ResponderEliminarY sí, esta pareja causa muchas sensaciones de ese tipo, Dios. Intensas, tragédicas, entre más...
Oww, muchas gracias por los halagos. *-*
Y yo diría también, gracias a ti por escribir~
Un beso y un abrazo, querida.
Esta pareja es capaz de sacar de nosotros las emociones más extremas, y también las más humanas. Esta historia es buena prueba de ello.
ResponderEliminarCreo que el amor por el Billshido se aprecia tras cada palabra. Espero de corazón que, aunque sea el segundo, no sea el último.
Muchas gracias, mi querida Katherine <3
Un beso muy, muy grande~
Eso mismo pienso, mi querida Archange~ Realmente es lo que me encanta de ellos.
EliminarMe ha emocionado mucho tu comentario, Dios. Esto es desbordante.
Gracias por el hermoso comentario y también espero que no sea mi último escrito sobre esta trágica pero bello pareja, pero este año prácticamente no he estado muy pendiente porque entraré a la universidad y está implicando muchas dificultades para mí.
Realmente a quien agradezco es a ti, por tomarte un tiempo para leer este escrito y por emocionarme de esta manera, aun me cuesta creerlo xD
Un beso más enorme a ti, y disculpa que realmente no haya respondido. Qué pena.
Abrazos, linda <3
Esa sensación de angustia que me deja leer sto no me la quito en todo el mes. Es tan intenso, y tú tienes un tan bello usar de las palabras.
ResponderEliminarTambién espero sinceramente que no sea el último, porque ese aire de elegancia que le das a los personajes, a pesar de situaciones como esta, es sin duda una cualidad fantástica.
Mi querida Luna, me has emocionado tanto. Sabes que eres mi admiración al igual que Archange y Any, y agradezco tu lindo y agradable comentario que me ha sacado un sonrisa muy tarde porque no me había percatado de sus comentarios. Me alegra la sensación que he causado en ti, eso significa mucho para mí, mucho en realidad. Incluso, un mes con esa sensación es demasiado, pero estoy tan contenta de lograr mi cometido como autora.
EliminarLo mismo digo, espero que este no sea el fin para escribir sobre tan linda pareja en mi caso. Y no, aun me cuesta pensar que tú me digas esto, por Dios. Trataré de seguir dando esa elegancia a los personajes, y me esforzaré por seguir escribiendo, aunque sea a fin de año y cuando esté libre de culpas y logre entrar a la universidad.
Te envío muchos besos, linda y disculpa mi respuesta tan tardía~ Cuídate, Lunita <3